A Juan no le gustaba nada su
nueva ciudad. De hecho, aún no entendía por qué habían tenido que mudarse por
enésima vez. Y es que, a pesar de todo, aún recordaba las palabras que su padre
le dijo la última vez que se cambiaron de casa: "Esta vez es la defintiva
hijo, ni tú ni mamá vais a tener que volver a pasar por esto. He pedido la
plaza fija, y aquí nos vamos a quedar pase lo que pase, te lo prometo".
Pero Juan ya había comprobado el poco valor que tenían las promesas de su
padre. Y es que, a sus dieciséis años, ya había vivido en quince ciudades
diferentes por todo el país, con todo lo que ello le había supuesto: cambiar
quince veces de colegio, de amigos, de profesores, de hogar… de vida. Por eso,
el día de la mudanza, tras tener una fuerte discusión con sus padres, se bajó
al parque de enfrente de su nueva casa y, después de gritar, llorar y sacar
todo lo que llevaba dentro, cogió un palo y escribió en el barro, con un
impulso de rabia, la siguiente palabra:
ASCO
A la mañana siguiente, después
de haber terminado su primer día en su nuevo colegio, volvió a pasar por el
mismo parque para regresar a casa y, para su sorpresa, la palabra
"ASCO", había sido sustituida por la siguiente:
COMIENZO
Perplejo, se fijó detenidamente
en las letras y, finalmente, se dió cuenta de que el "CO" era
exactamente el mismo que él había escrito el día anterior, y que su receptor,
fuese quien fuese, solo le había añadido el "MIENZO". ¿Habría alguien
que quisiera comunicarse con él, o simplemente sería casualidad? Dispuesto a
comprobarlo se agachó al suelo, borró el principio de la palabra con su dedo
índice y, dejando solo el "ZO" final, escribió lo único que su estado
de ánimo le permitió en ese momento:
ZOQUETE
Al día siguiente, la curiosidad
le llevó a pasar por el mismo sitio y, sorprendido, pudo comprobar cómo en el
barro ahora aparecía la palabra "TERNURA". Y es que, su nuevo amigo invisible, fuese
quien fuese, debía ser una persona muy sensible para dar ese tipo de respuestas.
Decidido a seguirle su particular juego de palabras encadenadas, Juan escribió
"RADIANTE", que fue respondido al dia siguiente con un
"TELEPATÍA". ¿Qué habría querido decir con eso? ¿Sería simple
casualidad que hubiese escogido esa palabra en concreto o estaba tratando de
indicarle esa conexión especial que tenía con él?
Poco a poco, los días fueron
pasando, y a Juan le llenaba cada vez más y más ese juego. Y así, a
"TELEPATÍA" le siguió "ABRÁZAME", a ésta
"MEJILLA", a ésta otra "LLAMARNOS", a ella
"NOSTALGIA" y, día a día, ambos fueron creando el mayor juego de
palabras encadenadas en barro que se hubiese hecho nunca.
Poco a poco, a Juan se le fueron
olvidando todos sus problemas: las dificultades para adaptarse a su nueva
clase, las discusiones en casa, su falta de interés por ir al colegio… Y es
que, aunque no terminaba de creerse todo lo que estaba pasando, su curiosidad
por conocer a su misterioso amigo era cada vez mayor. Así, dispuesto a
encontrarlo, decidió contestar a la palabra "ALEGRÍA" que éste había
escrito con "ACABÉ", dando el juego por terminado y esperando ver
escrita alguna pista para poder encontrarlo.
A la tarde siguiente, poco le
quedaba a Juan para llegar al parque cuando, de pronto, fue sorprendido por una
fuerte lluvia torrencial. Angustiado, pensando que el agua podría borrar lo que
hubiese escrito en el barro, corrió lo más rápido que pudo para llegar a él,
pero ya era demasiado tarde. Y es que, el que durante semanas había sido su
particular medio de comunicación con alguien muy especial, ahora no era más que
una masa de lodo semisólida en la que no podía leerse absolutamente nada.
Dejándose llevar por la rabia, empezó a llorar
con todas sus fuerzas, y no paró hasta que unos delgados dedos cubiertos de barro
le taparon los ojos desde atrás. Emocionado, se giró sobre sí mismo y, aún bajo
la lluvia, pudo ver la bonita cara de un chico de su edad sonriéndole. Juan
estaba a punto de decirle algo, cuando éste le selló rápidamente la boca con un
dedo y, justo después de darle un beso en los labios, Juan le preguntó cuál era
la última palabra, a lo que el chico contestó:
– "Beso". La última
palabra, era "beso".
Cuatro ☺️
ResponderEliminarHola, escribes increible. Me he suscrito de una vez :D te invito a que te des una vuelta por el mio va?
ResponderEliminarhttp://las17vidasdegabriela.blogspot.com
Saludos desde Venezuela ;)
Una primera entrada estupenda con una última palabra aún mejor, ¡mola!
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