domingo, 23 de marzo de 2014

La última palabra


A Juan no le gustaba nada su nueva ciudad. De hecho, aún no entendía por qué habían tenido que mudarse por enésima vez. Y es que, a pesar de todo, aún recordaba las palabras que su padre le dijo la última vez que se cambiaron de casa: "Esta vez es la defintiva hijo, ni tú ni mamá vais a tener que volver a pasar por esto. He pedido la plaza fija, y aquí nos vamos a quedar pase lo que pase, te lo prometo". Pero Juan ya había comprobado el poco valor que tenían las promesas de su padre. Y es que, a sus dieciséis años, ya había vivido en quince ciudades diferentes por todo el país, con todo lo que ello le había supuesto: cambiar quince veces de colegio, de amigos, de profesores, de hogar… de vida. Por eso, el día de la mudanza, tras tener una fuerte discusión con sus padres, se bajó al parque de enfrente de su nueva casa y, después de gritar, llorar y sacar todo lo que llevaba dentro, cogió un palo y escribió en el barro, con un impulso de rabia, la siguiente palabra:
ASCO
A la mañana siguiente, después de haber terminado su primer día en su nuevo colegio, volvió a pasar por el mismo parque para regresar a casa y, para su sorpresa, la palabra "ASCO", había sido sustituida por la siguiente:
COMIENZO
Perplejo, se fijó detenidamente en las letras y, finalmente, se dió cuenta de que el "CO" era exactamente el mismo que él había escrito el día anterior, y que su receptor, fuese quien fuese, solo le había añadido el "MIENZO". ¿Habría alguien que quisiera comunicarse con él, o simplemente sería casualidad? Dispuesto a comprobarlo se agachó al suelo, borró el principio de la palabra con su dedo índice y, dejando solo el "ZO" final, escribió lo único que su estado de ánimo le permitió en ese momento:
ZOQUETE
Al día siguiente, la curiosidad le llevó a pasar por el mismo sitio y, sorprendido, pudo comprobar cómo en el barro ahora aparecía la palabra "TERNURA".  Y es que, su nuevo amigo invisible, fuese quien fuese, debía ser una persona muy sensible para dar ese tipo de respuestas. Decidido a seguirle su particular juego de palabras encadenadas, Juan escribió "RADIANTE", que fue respondido al dia siguiente con un "TELEPATÍA". ¿Qué habría querido decir con eso? ¿Sería simple casualidad que hubiese escogido esa palabra en concreto o estaba tratando de indicarle esa conexión especial que tenía con él?
Poco a poco, los días fueron pasando, y a Juan le llenaba cada vez más y más ese juego. Y así, a "TELEPATÍA" le siguió "ABRÁZAME", a ésta "MEJILLA", a ésta otra "LLAMARNOS", a ella "NOSTALGIA" y, día a día, ambos fueron creando el mayor juego de palabras encadenadas en barro que se hubiese hecho nunca.
Poco a poco, a Juan se le fueron olvidando todos sus problemas: las dificultades para adaptarse a su nueva clase, las discusiones en casa, su falta de interés por ir al colegio… Y es que, aunque no terminaba de creerse todo lo que estaba pasando, su curiosidad por conocer a su misterioso amigo era cada vez mayor. Así, dispuesto a encontrarlo, decidió contestar a la palabra "ALEGRÍA" que éste había escrito con "ACABÉ", dando el juego por terminado y esperando ver escrita alguna pista para poder encontrarlo.
A la tarde siguiente, poco le quedaba a Juan para llegar al parque cuando, de pronto, fue sorprendido por una fuerte lluvia torrencial. Angustiado, pensando que el agua podría borrar lo que hubiese escrito en el barro, corrió lo más rápido que pudo para llegar a él, pero ya era demasiado tarde. Y es que, el que durante semanas había sido su particular medio de comunicación con alguien muy especial, ahora no era más que una masa de lodo semisólida en la que no podía leerse absolutamente nada.
 Dejándose llevar por la rabia, empezó a llorar con todas sus fuerzas, y no paró hasta que unos delgados dedos cubiertos de barro le taparon los ojos desde atrás. Emocionado, se giró sobre sí mismo y, aún bajo la lluvia, pudo ver la bonita cara de un chico de su edad sonriéndole. Juan estaba a punto de decirle algo, cuando éste le selló rápidamente la boca con un dedo y, justo después de darle un beso en los labios, Juan le preguntó cuál era la última palabra, a lo que el chico contestó:

– "Beso". La última palabra, era "beso".

3 comentarios:

  1. Hola, escribes increible. Me he suscrito de una vez :D te invito a que te des una vuelta por el mio va?
    http://las17vidasdegabriela.blogspot.com

    Saludos desde Venezuela ;)

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  2. Una primera entrada estupenda con una última palabra aún mejor, ¡mola!

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